FIN Y COMIENZO

Estos días en que acaba el año son días de recuento, de repaso a lo que ha sido el año. Lo es en los informativos de televisión que presentan ahora resúmenes con lo más destacado del año. Y lo es también a nivel personal. Son muchos los que hacen un repaso a lo ocurrido en el año, a si se han cumplido las esperanzas que tenían al empezarle, a aquéllo que pasó y no se esperaba y a lo que se esperaba y no pasó. Es tiempo de recordar a los que murieron durante el año y de dar gracias por haberle concluido los demás.

Y al tiempo que acaba un año empieza otro. 365 días por delante; 365 días en blanco, esperando que los rellenemos con nuestro quehacer. Es por ello, también, tiempo de hacer propósitos, buenos propósitos. Lo saben los publicistas y por eso, dentro de poco, empezarán los anuncios de las colecciones de fascículos de temas muy diversos.

Decía Manuel Llano, el gran escritor cántabro, que "el propósito tiene orígenes magníficos. Su letra parece poseer gracia divina; parece que está intacta de respiración y de contagio humano. No parece cosa de tierra, de mentes, de tinta, de puntos de pluma. Da sensación mística de santidad. Parece que le han escrito unos mitos bondadosos, unos buenos magos inspirados por unas buenas hadas o por un Cristo redivivo, vagabundo de horizontes, de ciudades, de aldeas, de campos, de marinas. Pero viene el egoísmo, el egoísmo que hace clima universal y va echando borrones en la doctrina, va raspando preceptos, carcome, enmienda...". El egoísmo, nuestro egoísmo, con nuestra cobardía, nuestra pereza, nuestra comodidad... pero también, ¿por que no?, con la mala suerte o esas cosas que están fuera de nuestro control impedirán que esos buenos propósitos que ahora nos hacemos culminen en hechos. ¡Ojalá al final de esos 365 días, al hacer nuevo recuento, hayamos cumplido lo propuesto, venciendo esas dificultades!

En todo caso, para poder conseguirlo hay que tener fe en sí mismo y, teniéndola, proponerse grandes metas. Como dejó escrito el gran Azorín, "si quieres hacer algo en la vida no creas en la palabra imposible. Nada hay imposible para una voluntad enérgica. Si tratas de disparar una flecha, apunta muy alto, lo más alto que puedas; cuanto más alto apuntes más lejos irá". Con esa esperanza pongámonos, ahora, metas altas (pero factibles) para el año 2002 y esforcémonos en llegar a ellas.

Voy a acabar con una tercera cita, ésta de Antonio Gala: "Quizá lo que pretendo, como decía mi abuela, es el talento necesario para arreglar las cosas que tienen arreglo, la paciencia para sobrellevar las que no lo tienen, y la sabiduría para distinguir las unas de las otras. Yo me atrevo a añadir una petición más: la alegría bastante para que no nos amargue lo azaroso. Este planteamiento es lo único que puede convertir el azar en nuestro socio". Que estas virtudes necesarias para ser felices en la vida de que habla Gala nos acompañen a todos en el año nuevo y, así, podamos cumplir nuestros propósitos y, en todo caso, aceptar las cosas como se nos presenten.