REFLEXIONES, textos, historias...para leer y pensar

 

Maestro de adoración

Rafael Arnáiz, beato, trapense y adorador nocturno en su juventud en Oviedo, presentado por Juan Pablo II como modelo a los jóvenes en Santiago de Compostela en 1989, y maestro de la adoración en pleno siglo XX, narra lo siguiente:

"Yo me imagino a toda la humanidad en un gran valle..., inmenso y lleno de sol. Todos los hombres están en él; van y vienen, se mueven y gritan... Dios está en lo alto de una montaña desde donde se domina el valle, que es más inmenso que el mar... Los hombres y mujeres que están en él ven la cima del monte donde está Dios, pero a Él no le ven...

De la inmensa muchedumbre, que es toda la humanidad, llega hasta la cumbre del monte donde está Dios un clamor como un trueno... Son las conversaciones de los hombres, su música mezclada a gritos de combate, ayes de dolor y de alegría, retumbar de tambores, pitidos de fábricas, motores eléctricos, gritos de las plazas y de los circos, millones y millones de discusiones, conversaciones, conferencias, cines y teatros; todo ese griterío capaz de enloquecer a quien no fuese Dios, llega hasta la cumbre del monte..., pero allí se para; Dios no lo oye. Todo ese ruido lo desdeña, le ofende y no lo oye...

Entonces ¿qué escucha? ¿Por qué Dios no barre de un soplo toda esa muchedumbre de gente, que no hace más que un ruido insoportable?...

Parece que a Dios algo le detiene... Algo escucha complacido. ¿Es un murmullo? No... apenas se oye... Entonces, ¿qué es?...

Nos ponemos a mirar detenidamente a los hombres del valle y vemos que algunos no gritan, no discuten, no corren ni pegan martillazos... ¿Qué hacen? Parece que no hacen nada... Están en silencio y de rodillas... Los demás los miran y se extrañan; les estorban algunas veces en su camino, y o se burlan de ellos o los quitan de enmedio... Pero ellos siguen en silencio y siguen de rodillas... Entonces vamos a ellos y les preguntamos, ¿qué hacéis? ¿Por qué no [os] unís a nosotros, en el progreso, en la civilización?... Y entonces ellos nos dicen: Calla, hermano, no metas ruido, que estoy hablando a Dios...”

("Apología del trapense", septiembre de 1934, en: Obras Completas 271).

El "progreso" sin Dios es "ruido" que aturde, no a Dios, sino a los hombres. En cambio, algunos que parece que no hacen nada, por estar de rodillas y en silencio ante Él, son precisamente quienes se hacen clarividentes y tienen la clave del futuro de la Humanidad.

Tomado de una catequesis de Mns.Martínez Camino

Volver a Historias para pensar

  

Enlaces relacionados